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De toda su obra, que es muy poco leída porque la mayoría
de la gente ya no sabe usar su idioma español y, por ende, no entiende
lo que dicen los barrocos, nos interesa uno de sus breves y singulares
composiciones en donde se refiere al tan llevado y traído pecado
nefando en sus tres categorías: la bestialidad, la sodomía
y las molicies.
De la sodomía ya hemos hablado en otro apartado, la bestialidad es el sexo con anímales y las molicies eran la forma en que la gente de esa época se refería a la sabrosísima y saludable masturbación. Veamos lo que dice la composición de Quevedo:
A UN ERMITAÑO MULATO |
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¿Ermitaño
tú?, ¡El mulato,
oh pasajero, habita en esta soledad la pobre ermita! Si no eres me(n)tecato, pon en reca(u)do el culo y arrodea primero que te güela u que te vea; que cabalgando reses del ganado, entre pastores hizo el noviciado. Y haciendo la puñeta, estuvo amancebado con su mano, seis años retirado en una isleta, y después fue hortelano, donde llevó su honra a dos mastines. Graduó sus cojones de bacines. Mas si acaso no quieres arrodear, y por la ermita fueres llevado de tu antojo, alerta y abre el ojo.* Más no le abras, antes has tapialle: que abrirle para él será brindalle. |
* Es decir, el
culo.
Tomado de la obra de:
Rafael Carrasco: Inquisición
y represión sexual en Valencia [Historia de los sodomitas (1565-1785)]
Laertes, Ed. Barcelona,
España. 1986. Pág. 33