In Memoriam: 

Hugo Argüelles Cano:
El Prólogo del Maestro Luis G. Basurto, definido por Salvador Novo como el "Moliere mexicano"
EL CONTEXTO DE LUÍS GONZAGA BASURTO:

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Hugo Argüelles Cano
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Obras de Hugo Argüelles: Vol. 10 Edición Conmemorativa:
 

PRÓLOGO de Luis G. Basurto.

 
Luis Gonzaga BasurtoCuando le pedí a Hugo Argüelles, hará tres años, que escribiera la mejor de sus obras para que yo tuviera el privilegio de dirigirla, nunca pensé que de verdad cumpliría con su promesa de hacerlo, y que dos años más tarde estuviera frente a él, en su casas, escuchando con avidez y con creciente admiración, la que considero su más bella, completa, aterradora e importante de todas las que ha escrito hasta hoy.

Una de las cualidades más relevantes de esta tragicomedia (que se fuga de clasificaciones, pero es necesario llamarla de alguna manera), es que en ella podemos ver y podremos oír (ya alo hice yo, en su voz) lo que no dudo en calificar como resumen estético y humano de todos los estilos, géneros y etapas por los que ha transitado su capacidad creadora, su inalienable sentido antropológico de seres y aconteceres, y su estilete crítico, en ocasiones proustiano, y con maravillosa frecuencia valleinclanesco y también dostoieskiano, hasta llegar a la puñalada que nos recuerda algo que decía el gran pintor Manuel Rodríguez Lozano: "nuestro pueblo es la puñalada o la caricia".

Hugo, como dijera Tolstoi, describe, o mejor dicho, recrea a los hombres de nuestro pueblo, para alcanzar la universalidad. Y por eso he de agregar que su puñal a veces se transforma o deviene en ternura subterránea, en ácida caricia.

Desde nuestras raíces prehispánicas, sin indigenismos demagogos, hasta el terror de lo cotidiano de hoy, aparecen jirones de nuestra identidad, en este vals sin fin que en algo rememora el de López Velarde, pero sobre un planeta en el que casi no existen ya patrias suaves, sino la amenaza apocalíptica de la consumación.

Final apocalíptico el de esta obra de Hugo, de cuya técnica me parece ocioso e inútil hablar, porque él, como todo gran dramaturgo ha forjado la suya propia para cada una de sus creaciones, y sabe, como los pintores de más alta alcurnia, dibujar a la perfección, para poder desdibujar y ser amo y no esclavo de un oficio que su cultura auténtica y su rigor intelectual iluminan como si fueran salmos de un rito al que se entrega, con mente, corazón y sexo, en el mágico templo del teatro legítimo.

Dos personajes, solo dos, protagonistas y antagonistas alternativamente a un mismo tiempo, componen dos actos que me gustaría llamar de fe, aún en sus blasfemias, en sus imprecaciones, en su relación de amor-odio-ternura-risa-lamentos-lágrimas-canciones-disfraces-heroísmos grandes y pequeños, y una terrible historia milenaria contada de una manera visceralmente nueva, intelectualmente nueva, aunque fincadas sus raíces en la telúrica costumbre de los sacrificios humanos, hasta hoy vigentes en el México del único héroe a la altura del arte.

Nadie vaya a atreverse a poner la etiqueta de propaganda homosexual a este obra que, como el iris, reuniendo todos sus colores llega al blanco de la pureza. Siete pecados capitales, y algunos más inventados por la imaginación prodigiosa de Argüelles, se mezclan en este Vals donde los muertos tienen su aquelarre también, y donde estos pecados, a través de la purificación multicolor, llegan a linde de una diabólica santidad. Sí, esto lo afirma un católico apostólico, romano, que soy yo. Hay pecados angelicales, como el de Luzbel, hay pureza satánica, como la de Caín.

No voy a caer en la tentación de la anécdota, relatando la acción apasionante de esta obra. No podría hacerlo, además sino corriendo el riesgo de resultar obvio y superficial. Y no quiero exponer mi emoción espiritual y visceral hasta los tuétanos de mis huesos carcomidos (ya estoy imitando a Hugo en los títulos de sus obras), a disolverse en el fuego fatuo y mezquino del lugar común. Sólo haré una concesión a esa anécdota, y por eso porque su más hondo sentido hace que deje de ser tal, para convertirse en memoria y recuerdo vivo; jamás en fecha olvidada. Hugo Argüelles cumple treinta años en esta que Rodolfo Usigli llamó lúcidamente la más difícil y larga de todas las paciencias. Treinta años de escribir o morir, como quería Rilke. Treinta años de ser trotamundos de interiores, cual moradas profanas de la de Ávila; cual diabolismo otra vez santo de Genet. Treinta años de fidelidad impostergable a una vocación luminosa y amarga, estrujante y terrible como sus obras; especialmente como ésta más reciente que, ya lo dije, puede reunir lo mejor de todas las otras.

Mi amor a éste Vals de los buitres se confunde con la más alta forma del amor, es decir, la noble y purísima amistad que siento por Hugo, en lo personal y en lo profesional, y que él corresponde. ¡Salve!

Luis G. Basurto Febrero 28 de 1990.

LUIS GONZAGA BASURTO

 

Para una biografía de Luis G. Basurto, favor de consultar la ya publicada por
Escritores del Cine Mexicano, de la UNAM

http://escritores.cinemexicano.unam.mx/biografias/B/BASURTO_luis_g/biografia.html
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LUIS GONZAGA BASURTO

 

Obras de Hugo Argüelles:

Vol. 10 Edición Conmemorativa:
° El Vals de los Buitres.
° Las Hienas se Mueren de Risa.
° La Fábula de la Mantarraya Quinceañera.

Grupo Editorial Gaceta, S.A.
DDF / Secretaria General de Desarrollo Social
Espacio Editorial de la Comunidad Iberoamericana de Teatro.
1994, México D.F.

 

 

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